Esta es mi historia. 

Nina fue encontrada en una zona industrial, escondida entre llantas viejas y cajas. Nadie sabía cuánto tiempo había vivido allí, pero su cuerpo mostraba señales de haber buscado comida entre los desechos durante días. A pesar de todo, cuando alguien se acercaba, Nina no ladraba… solo bajaba la cabeza y movía la cola con suavidad.

Una voluntaria escuchó un pequeño chillido detrás de una pila de cajas, y ahí estaba ella. Con esos ojitos tímidos y su cuerpecito delgado. Desde su llegada al refugio, Nina se ha transformado: ha ganado confianza, ha aprendido a convivir con otros perritos, y descubrió que jugar es una forma de sanar.

Ahora tiene 2 años, está esterilizada, con todas sus vacunas al día, y es una perrita de raza mediana, sociable, alegre y juguetona. Le encanta compartir con otros lomitos y es ideal para una familia amorosa que valore los gestos pequeños: un roce de patita, una mirada suave, una siesta a tu lado.