Esta es mi historia. 

A Cojito lo encontramos caminando con dificultad cerca de un basurero. Cojeaba de una patita trasera, probablemente por una antigua herida mal curada. Aun así, su espíritu era imparable: seguía a las personas con alegría, buscando compañía más que comida. Era como si supiera que lo que más necesitaba no era un plato lleno… sino un corazón dispuesto.

Lo llamamos “Cojito” con cariño, porque aunque su patita no sanó del todo, su ánimo sí. Desde que llegó al refugio, se robó el corazón de todos. Se adaptó con facilidad, juega con los demás perritos, sale a pasear feliz, y demuestra cada día que ninguna limitación física puede detener un alma fuerte.

Hoy tiene 5 años, está castrado, tiene todas sus vacunas al día y es un lomito de raza mediana que lo único que pide es amor. Cojito camina diferente, sí… pero su amor es igual de inmenso (o más) que el de cualquier otro perrito. Es sociable, juguetón y noble. Un verdadero campeón de vida.