Esta es mi historia. 

Tigra vivía en una zona rural, cerca de un cultivo, donde aprendió a sobrevivir entre el barro, el sol fuerte y las noches frías. Su pelaje atigrado se confundía con el entorno, y muchas veces pasó desapercibida. A pesar de su aspecto fuerte, cada vez que alguien se acercaba, ella solo inclinaba la cabeza y movía la cola, como quien ruega en silencio por un poco de cariño.

Una tarde lluviosa, Tigra apareció en la puerta de una casa, empapada, temblando y con los ojitos tristes. No ladró, no pidió nada… solo se quedó ahí, esperando. Fue entonces cuando el equipo del refugio llegó por ella. Desde su primer día en el albergue, Tigra mostró su nobleza: agradecida, tranquila, y con una mirada que parecía decir «gracias».

Hoy Tigra tiene 5 años, está esterilizada, con todas sus vacunas, y es una perrita de tamaño mediano, fuerte, sana y amigable. Le encanta jugar, explorar y compartir con otros perritos. Aunque ha vivido momentos duros, su ternura es intacta, y su fidelidad, absoluta.